Protección Personal Balística

Por Jorge Aguirre Hrepic

Desde siempre el ser humano ha necesitado protegerse en forma individual o colectiva, principalmente porque debe enfrentarse al peligro más variado, sea defendiéndose de animales u otros seres humanos.

También, cuando efectúa una acción ofensiva, atacando a otras personas debe realizar esta actividad los más protegido posible.

En este sentido, una vez sé que detectaron las zonas sensibles del cuerpo humano, rápidamente se confeccionaron accesorios de protección a través de pieles, maderas, metales y diversos materiales de múltiples aleaciones, conforme a los avances técnicos y tecnológicos de las eras de cada civilización.

Es así, que surgieron los cascos o yelmos, pierneras, corazas, muñequeras, mallas metálicas, e incluso se protegieron los caballares y elefantes, para evitar ser heridos por puntas de flechas, lanzas o sables y de alguna forma minimizar las vulnerabilidades corpóreas.

 A medida que pasaron los tiempos, la protección personal de los guerreros fueron incrementándose con onerosos costos para poder mantener un ejército equipado, con elementos de protección balística, sin expresión ordenada de niveles para diferentes calibres. Luego los materiales fueron cambiando y adaptándose cada día más a las exigencias y contingencias de los combates a larga y corta distancia.

Seguidamente, se efectuaron nuevas pruebas de diseño y materiales, esta vez pensando en las funciones profesionales, dividiéndose en uso militar y uso policial.

La revolución tecnológica,  surgió cuando la empresa “DuPont”, a partir del año 1965, mediante el trabajo de una química llamada Stephanie Kwolek, quien a través de una poliamida denominada “poliparafenilo tereftalamida” la que patentada como “kevlar”, tenia muchas propiedades de resistencia, ductilidad y firmeza, utilizándose en neumáticos, guantes,  velas náuticas y chalecos antibalas, lo que nos interesa en esta oportunidad.

Posteriormente, surgieron otros elementos como Twaron y espectra shield, con los cuales, como capas finas unidas entre sí, se conformaba un pack prensado o cocido (con hilos especiales), los que, dependiendo de la cantidad de capas, iban a detener la energía cinética de un proyectil balístico dotado de fuerza y aceleración, para que no traspasara este chaleco y evitar así una lesión vital en el sujeto que portaba tal prenda o accesorio de protección.

A partir de esto, después de múltiples procedimientos policiales, surgió la teoría de segunda oportunidad de vida, al que portaba un chaleco antibalas cuando era sometido a tiro independiente de las distancias.

También, a medida que paso el tiempo, se percataron que, aunque un proyectil no traspasara el chaleco, el golpe traumático de un balazo, causaban otras lesiones, generándose la indentación traumática las que se mide en porcentaje de tolerancia para los órganos internos y capacidad ósea.

Es así, que surge la norma NIJ, -que ha sido modificada varias veces-, la que comienza a regular técnicamente los niveles de protección de cada armadura conforme a diferentes calibres, midiéndose la penetración (perf) y choque (stoping power). Luego, surgen otras normas similares, que llevan a los blindajes de cascos y vehículos.

Este avance en la protección personal, llevo rápidamente a que se equiparan personas importantes (VIP), como políticos, autoridades y luego personas civiles, bajo niveles de amenazas en todos los países.

Esto permitió la innovación, masificación, reducción de precios y ahora el porte de un chaleco antibalas, – conforme a los nuevos tiempos-, no es un lujo, sino que, es una necesidad real de protección, por lo que la industria ha diseñado chalecos con todo tipo de prendas de vestir e incluso camisetas antibalas.

Lo importante y destacable, es que en la actualidad los agentes de seguridad privada y civiles, pueden acceder fácilmente a estos chalecos antibalas y proteger sus vidas, incluso en no pocos lugares hay delincuentes que optan por usar estos chalecos, también para protegerse.

Finalmente, es dable señalar, que cuando empezó el ataque de Rusia a Ucrania, las fábricas de chalecos antibalas en Europa, fueron sobre demandadas y en Chile, en La Araucanía, ya no es novedad ver a un agricultor con chaleco antibalas y casco, para evitar ser víctimas.

Los Chalecos antibalas, satisfacen una necesidad de protección personal y brindan seguridad a quien los porta. Así de simple.   

JORGE AGUIRRE HREPIC – Perito en Balística

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *