La Crisis de Seguridad en Chile
La crisis de seguridad en chile se ha acrecentado cada vez más. Durante los años 2022 y 2023 la percepción sobre la delincuencia ha tenido un aumento considerable, al punto que en la última medición ENUSC 2022, el 90,6% de los encuestados asume que la delincuencia ha aumentado.
En sí, la percepción de la ciudadanía sobre la delincuencia tiene varios componentes adicionales, que se suman a esta sensación creciente de inseguridad, entre estos, el aumento indiscutido de inmigrantes ilegales. Desde enero de 2020 han llegado en masa a nuestro país y su flujo ha traído consigo un tipo de criminalidad diferente a lo que se conocía en Chile. Hoy se resume en más de 1,6 millones de inmigrantes en el territorio nacional, la cifra oficial, cuya nacionalidad prevalente es la venezolana, con un 32,8%.
Las cifras oficiales indican que los homicidios se incrementaron en 40% en los últimos seis años y los secuestros en 140% en 10 años. Así el común denominador en esta explosión de delincuencia está marcada principalmente por 2 características importantes:
- El alto nivel de violencia de sus ejecutantes, que en su mayoría son menores de edad
- Una prevalencia de las armas de fuego, muchas de las cuales tienen un origen clandestino e ilegal.
Incidencia de delincuentes nacionales y extranjeros
Las tipologías delictuales que más destacan y que tienen un factor importante de incidencia en la inseguridad, son principalmente los denominados “portonazos” y “encerronas”. Su componente generalizado es que se trata de delincuentes que, en su mayoría, son menores de edad, lo que dificulta las medidas punitivas. La Ley de Reponsabilidad Penal Adolescente es bastante laxa con el castigo hacia estos aprendices de delincuentes y, por ende, más que ser un escarmiento para impedir una escalada de la carrera delictiva, se transforma en ser una “experiencia más” de vida.
Sin embargo, no es menos importante que existan otros delitos que hayan aparecido en los últimos años, que tienen un componente foráneo y que han impactado significativamente en la percepción de seguridad, sobre todo en el comercio minorista. Se trata de las extorsiones, los secuestros y en muchos casos, los sicariatos.
Estas modalidades delictivas tienen un componente foráneo que radica en grupos criminales extranjeros que han logrado asentarse en distintos lugares de nuestro país, principalmente en el norte, como las ciudades de Arica, Iquique y Antofagasta y también en la Región Metropolitana. A ello, podemos destacar, grupos criminales como “Los Gallegos” por el norte, brazo operativo del famoso Tren de Aragua o “Los Pulpos” en Santiago, que tiene un origen peruano. En sí, son grupos criminales que han dejado sentir su predominio territorial utilizando mecanismos de coerción muy violentos, que terminan generalmente con la muerte de sus víctimas o gravemente heridas.
En Santiago, hay sectores donde miembros de estos grupos criminales se han “apoderado”, literalmente, de sectores donde extorsionan a comerciantes minoritarios, exigiéndoles pagos semanales por una supuesta “protección”. Y cuando no se realiza el pago, les atacan con balas o quemándoles sus negocios.
Factores de incidencia
La criminalidad ha tenido un vuelco no menor debido a una serie de factores, principalmente por la falta de voluntad política para asumir que en Chile se dejó ser y hacer a la delincuencia. En el pasado, se abrieron muchos flancos que impedían la proliferación de la delincuencia internacional, como el cambio de la antigua Ley de Extranjería, que estipulaba el ingreso clandestino como delito, por la actual Ley de Migraciones, que flexibilizó la migración ilegal e incluso cambió el concepto de “ilegal” por “irregular”, asumiéndose que ingresar al país sin documentos legales y por un paso no habilitado, era solo una falta administrativa y no un delito.
Así, la delincuencia transnacional encontró una debilidad importante en nuestras fronteras, utilizando las masas de inmigrantes ilegales para mezclarse e ingresar y asentarse en chile, incluso usando a los propios inmigrantes para extorsionarlos y generar su propio negocio.
A los factores importantes de incidencia delictual, debemos sumar la base legal para la persecución de los delitos y la aplicación de las penas respectivas. El garantismo con que se basa el sistema penal ha hecho que los delincuentes se fortalezcan frente a un sistema que, más que generar temor o reprimir sus acciones, genera desdén o indiferencia y, a su vez, impunidad en las víctimas, con una sensación de abandono por parte del Estado.
La crisis de seguridad en chile se está acrecentando cada vez más, al punto que se está alcanzando cifras de países que, en el pasado, han tenido altísimos índices de criminalidad. Pese a ello, la tasa de homicidios en Chile sigue siendo de las más bajas de todo el continente. Fue de 4.7 por cada 100 mil habitantes en 2022. El año pasado, según Insight Crime, luego de Chile, estaba Nicaragua, con 6.7% y en el tope de la tabla se hallaban Venezuela (40.4), Honduras (35.8), Colombia (26.1), Ecuador (25.9) y México (25.2).
En resumen
Chile, requiere de la voluntad política transversal para que el Estado pueda garantizar seguridad, tal como lo mandata la Constitución Política de la República. No es posible que la guerra contra la delincuencia y el crimen organizado se pierda por mezquindades y posiciones políticas. Es importante crear políticas públicas de seguridad que sean drásticas frente al fenómeno delictual y condescendiente con las víctimas.
La protección de las fronteras, con iniciativas físicas efectivas, como el levantamiento de muros o la creación de zanjas profundas que sean realmente un desincentivo para quien pretenda ingresar a chile por un paso no habilitado, son una muestra mínima de voluntad política para frenar la inmigración ilegal, el contrabando, el narcotráfico y el crimen organizado en general. Es sabido que, en materia de prevención de delitos, una de las medidas más efectivas es poner trabas y obstáculos al delincuente para que le sea difícil cometer su delito. Es probable que lo cometa igual, o quizás termine dejando la acción a medio camino. Con el delito trasnacional se debe asumir como base lo mismo, fortaleciendo el impedimento de entrada por lugares no habilitados.
Del mismo modo, se requiere cambiar el foco de atención para combatir el delito, dejando de lado la fijación por los derechos humanos del delincuente y centrarse en las víctimas. Son ellas las que cumplen con lo normado. Es el delincuente quien transgrede y viola los derechos humanos de las personas.
La crisis de seguridad en chile requiere de la mirada atenta y acciones de sus autoridades y también de sus ciudadanos.
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